Lali Espósito, de chica Cris Morena al cine y el teatro
Son las cuatro de la tarde y una nena de unos ocho años pasa cerca, mira fijo un rato como tratando de asegurarse de algo, dice “hola” y se va apurada. Otra sigue hasta la esquina y pega la vuelta hasta la mesa del bar: “Ay, vos sos la que hace Casi Ángeles”. Así, sin solución de continuidad, otra chica le pide un autógrafo; un grupo de muchachos, ya grandecitos, la saludan con un beso en el cachete; e incluso la camarera del bar le pide dos autógrafos: para su sobrina y alguien más. En definitiva, si se busca una charla fluida con Lali Espósito, sentarse en las mesas de afuera a tomar un café cerca de la salida de un colegio, no es una buena elección. “A veces te preguntan cómo hacés para salir en la tele, no ubican que sos alguien de verdad. Otras, te saludan como si te conocieran, es muy gracioso”. Cerca de la despedida de Teen Angels en Córdoba, que será el 8 de octubre, Lali ya comenzó a realizar los primeros giros en su carrera: la participación fuera del circuito Cris Morena en Cuando me sonreís, en la obra de teatro Las brujas de Salem y su primera película, La pelea de mi vida.
Continúa...
Son las cuatro de la tarde y una nena de unos ocho años pasa cerca, mira fijo un rato como tratando de asegurarse de algo, dice “hola” y se va apurada. Otra sigue hasta la esquina y pega la vuelta hasta la mesa del bar: “Ay, vos sos la que hace Casi Ángeles”. Así, sin solución de continuidad, otra chica le pide un autógrafo; un grupo de muchachos, ya grandecitos, la saludan con un beso en el cachete; e incluso la camarera del bar le pide dos autógrafos: para su sobrina y alguien más. En definitiva, si se busca una charla fluida con Lali Espósito, sentarse en las mesas de afuera a tomar un café cerca de la salida de un colegio, no es una buena elección. “A veces te preguntan cómo hacés para salir en la tele, no ubican que sos alguien de verdad. Otras, te saludan como si te conocieran, es muy gracioso”. Cerca de la despedida de Teen Angels en Córdoba, que será el 8 de octubre, Lali ya comenzó a realizar los primeros giros en su carrera: la participación fuera del circuito Cris Morena en Cuando me sonreís, en la obra de teatro Las brujas de Salem y su primera película, La pelea de mi vida.
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–¿Cómo fue actuar fuera de las producciones de Cris Morena?
–Obviamente con incertidumbre, miedo de no sentirme contenida. Pero soy una mina que no tiene problemas para sociabilizar, me llevo bien enseguida, me llevo amigos de todos lados. En Cuando me sonreís, que fue lo que hice el año pasado, estuve rodeada de grandes y tuvieron la mejor. Aprendí mucho. Si no aprovechás la posibilidad de estar rodeada de buenos actores, es poco inteligente.
–¿Las personas se hacen una imagen de las camadas de chicos Cris?
–Eso es lo interesante. Pasa en todos los niveles, porque laboralmente o actoralmente también somos personas muy juzgadas. “El actor de Cris Morena es un choto” y, si bien los ha habido, muchos no lo son. Hoy los que protagonizan en la televisión son personas que de adolescentes trabajaron con Cris.
–¿Y vos qué pensas de la escuela Cris?
–Es el mejor lugar donde un pibe puede estar. Es un lugar donde te contienen, son los que más claran la tienen a la hora de laburar con chiquitos y adolescentes. Ella es muy estricta y lo agradezco mucho. Hoy me junto con compañeros de esa época que laburan en Pol-ka y en otros lugares y me dicen que les agradecen que llegan temprano. Son cosas básicas: llegar temprano, aprender la letra. Me pagan para eso y lo disfruto.
–¿Te enojan esas críticas?
–De chica me daba bronca cuando alguien bastardeaba ese lugar. Ser mujer en un ambiente de hombres también juega. Ahora, más grande, entiendo que suceda y me gusta contestar esa pregunta y contar cómo es de adentro, qué es la posta.
–¿Hay una intencionalidad en que todos estén siempre sonriendo?
–No sé bien la respuesta. Cuando laburaba ahí adentro con otros compañeros, ayudábamos a los pibes nuevos y Cris en el casting les preguntaba a los chicos cómo era su familia, qué cosas los enojaban. Se metía un poco en sus vidas. Si vos eras hermosa pero complicada, no te elegía. Todos los grupos humanos hasta la producción misma es gente copada. Siempre hay excepciones, pero la verdad es que la mayoría es gente que quiere laburar, que sonríen porque lo hacen en su vida. Lo que ella hace tiene un marco de felicidad y color; obvio que es alegre y sonriente, pero no está impuesto. En definitiva, tenés que bailar, cantar, actuar, te contagiás de esa alegría, nunca nadie me dijo “sonreí para la cámara”.
Una de las chicas que había pasado de largo hace un rato, vuelve con una cámara de fotos. Tendrá unos 10 años, la edad que tenía Lali cuando empezó a actuar: “Estaba jugando, divirtiéndome. Recuerdo que tenía un espejo muy grande en el comedor de mi casa y ponía Queen al mango y, con un desodorante en la mano, era Freddie Mercury. Pero nadie me tenía confianza, una mierda, así que me escapé de mi casa para ir a un casting. Me llevó mi hermana en colectivo de Parque Patricios hasta Palermo. Uno piensa que la televisión es algo relejano y está bueno mostrar que no. Yo no conocía a nadie, nunca en mi vida había hecho un casting”.
–Treinta minutos sentados y te saludaron más de diez personas, más de 500 mil seguidores en Twitter…
–Me creo mil (risas).
–¿No genera una confusión entre actuar por vocación o por seguidores?
–Como todo, está la televisión para entretener o para hacer mierda. Yo descubrí mi profesión de muy chica, me daba cuenta de que no quería otra cosa.
–¿No es extraño empezar un recorrido en la actuación con esa base?
–Sí, creo que la inconsciencia es mi mejor amiga, que no es menospreciar lo que te pasa. Soy muy agradecida con esto que pasa en la calle. Pero no me pongo filosófica, es lindo, es parte del trabajo. Intento llevarlo como quien lleva los zapatos puestos, es algo que está en tu vida.
–¿Cómo fue que hiciste Las brujas de Salem?
–Sabía que estaban haciendo el casting para este personaje, Abigail Williams, y me mandé. Me habían dicho que al actor de tele lo juzgan en el teatro y que hay una lucha interna medio pedorra. Fui al casting, di todo, salí, me subí al auto y me puse a llorar.
–¿Cómo fue la experiencia?
–Estuvimos desde enero con la obra y terminamos hace dos semanas. Yo hubiese querido estar ocho años más. Imaginate lo que era para mí. Estaba en el mismo escenario que Rita Cortese, Juan Gil Navarro, Roberto Carnaghi, era un festín. Con la responsabilidad de hacer un texto de Arthur Miller, un texto de denuncia. Trabajé mucho para lograrlo porque quería estar a la altura. También descubrí ahí la humildad de la gente que la tiene clara. Rita Cortese, que la pongo de ejemplo porque es una de mis actrices preferidas, se me acercaba y me decía: “Sentate, laburemos los textos”. No tenía por qué hacerlo. Descubrir eso me alimentó el alma.
–¿Y con La pelea de mi vida?
–Me gustó mucho la película cuando leí el guión. Me gusta que haya en el cine “historias de corazón”, me siento Virginia Lago diciendo esto (risas). Ver algo nacional, en 3D, con una historia en familia, me parece interesante y por eso la hice.
–¿Cómo fue el rodaje?
–Me habían dicho que todo es más lento pero como además la grabamos íntegra en 3D, fue el doble de laburo, el doble de minucioso. Decí que la historia no es pretenciosa y eso hizo que lo potente sea el 3D. El 3D lo que hace es que la parte del boxeo, que ocupa un 60 por ciento de la película, se vea más rica. Además, es muy fuerte ver el lomo de Mariano Martínez de cerca, esto ponelo que para las chicas es muy importante.
Fuente: Veintitres.
Por Leandro Filozof.
–Obviamente con incertidumbre, miedo de no sentirme contenida. Pero soy una mina que no tiene problemas para sociabilizar, me llevo bien enseguida, me llevo amigos de todos lados. En Cuando me sonreís, que fue lo que hice el año pasado, estuve rodeada de grandes y tuvieron la mejor. Aprendí mucho. Si no aprovechás la posibilidad de estar rodeada de buenos actores, es poco inteligente.
–¿Las personas se hacen una imagen de las camadas de chicos Cris?
–Eso es lo interesante. Pasa en todos los niveles, porque laboralmente o actoralmente también somos personas muy juzgadas. “El actor de Cris Morena es un choto” y, si bien los ha habido, muchos no lo son. Hoy los que protagonizan en la televisión son personas que de adolescentes trabajaron con Cris.
–¿Y vos qué pensas de la escuela Cris?
–Es el mejor lugar donde un pibe puede estar. Es un lugar donde te contienen, son los que más claran la tienen a la hora de laburar con chiquitos y adolescentes. Ella es muy estricta y lo agradezco mucho. Hoy me junto con compañeros de esa época que laburan en Pol-ka y en otros lugares y me dicen que les agradecen que llegan temprano. Son cosas básicas: llegar temprano, aprender la letra. Me pagan para eso y lo disfruto.
–¿Te enojan esas críticas?
–De chica me daba bronca cuando alguien bastardeaba ese lugar. Ser mujer en un ambiente de hombres también juega. Ahora, más grande, entiendo que suceda y me gusta contestar esa pregunta y contar cómo es de adentro, qué es la posta.
–¿Hay una intencionalidad en que todos estén siempre sonriendo?
–No sé bien la respuesta. Cuando laburaba ahí adentro con otros compañeros, ayudábamos a los pibes nuevos y Cris en el casting les preguntaba a los chicos cómo era su familia, qué cosas los enojaban. Se metía un poco en sus vidas. Si vos eras hermosa pero complicada, no te elegía. Todos los grupos humanos hasta la producción misma es gente copada. Siempre hay excepciones, pero la verdad es que la mayoría es gente que quiere laburar, que sonríen porque lo hacen en su vida. Lo que ella hace tiene un marco de felicidad y color; obvio que es alegre y sonriente, pero no está impuesto. En definitiva, tenés que bailar, cantar, actuar, te contagiás de esa alegría, nunca nadie me dijo “sonreí para la cámara”.
Una de las chicas que había pasado de largo hace un rato, vuelve con una cámara de fotos. Tendrá unos 10 años, la edad que tenía Lali cuando empezó a actuar: “Estaba jugando, divirtiéndome. Recuerdo que tenía un espejo muy grande en el comedor de mi casa y ponía Queen al mango y, con un desodorante en la mano, era Freddie Mercury. Pero nadie me tenía confianza, una mierda, así que me escapé de mi casa para ir a un casting. Me llevó mi hermana en colectivo de Parque Patricios hasta Palermo. Uno piensa que la televisión es algo relejano y está bueno mostrar que no. Yo no conocía a nadie, nunca en mi vida había hecho un casting”.
–Treinta minutos sentados y te saludaron más de diez personas, más de 500 mil seguidores en Twitter…
–Me creo mil (risas).
–¿No genera una confusión entre actuar por vocación o por seguidores?
–Como todo, está la televisión para entretener o para hacer mierda. Yo descubrí mi profesión de muy chica, me daba cuenta de que no quería otra cosa.
–¿No es extraño empezar un recorrido en la actuación con esa base?
–Sí, creo que la inconsciencia es mi mejor amiga, que no es menospreciar lo que te pasa. Soy muy agradecida con esto que pasa en la calle. Pero no me pongo filosófica, es lindo, es parte del trabajo. Intento llevarlo como quien lleva los zapatos puestos, es algo que está en tu vida.
–¿Cómo fue que hiciste Las brujas de Salem?
–Sabía que estaban haciendo el casting para este personaje, Abigail Williams, y me mandé. Me habían dicho que al actor de tele lo juzgan en el teatro y que hay una lucha interna medio pedorra. Fui al casting, di todo, salí, me subí al auto y me puse a llorar.
–¿Cómo fue la experiencia?
–Estuvimos desde enero con la obra y terminamos hace dos semanas. Yo hubiese querido estar ocho años más. Imaginate lo que era para mí. Estaba en el mismo escenario que Rita Cortese, Juan Gil Navarro, Roberto Carnaghi, era un festín. Con la responsabilidad de hacer un texto de Arthur Miller, un texto de denuncia. Trabajé mucho para lograrlo porque quería estar a la altura. También descubrí ahí la humildad de la gente que la tiene clara. Rita Cortese, que la pongo de ejemplo porque es una de mis actrices preferidas, se me acercaba y me decía: “Sentate, laburemos los textos”. No tenía por qué hacerlo. Descubrir eso me alimentó el alma.
–¿Y con La pelea de mi vida?
–Me gustó mucho la película cuando leí el guión. Me gusta que haya en el cine “historias de corazón”, me siento Virginia Lago diciendo esto (risas). Ver algo nacional, en 3D, con una historia en familia, me parece interesante y por eso la hice.
–¿Cómo fue el rodaje?
–Me habían dicho que todo es más lento pero como además la grabamos íntegra en 3D, fue el doble de laburo, el doble de minucioso. Decí que la historia no es pretenciosa y eso hizo que lo potente sea el 3D. El 3D lo que hace es que la parte del boxeo, que ocupa un 60 por ciento de la película, se vea más rica. Además, es muy fuerte ver el lomo de Mariano Martínez de cerca, esto ponelo que para las chicas es muy importante.
Fuente: Veintitres.
Por Leandro Filozof.
geniaaa me encanto la nota MWA !
ResponderEliminarHola! Alguien save donde se fue Lali De vacas? :3
ResponderEliminarlas Vegas , Miami ;)
ResponderEliminarEs una genia por dios es lo maximo la amo!!
ResponderEliminarMe encantó la nota ella siempre tan madura al momento de responder.
ResponderEliminarNos abandonó la petisa pero la estará pasando muy lindo con su amore, envidia sana jaja :)